Creo que ya he comentado
que nuestro organismo es un conglomerado de sustancias químicas muy complejas,
dispuestas de una determinada manera y que reaccionan entre sí haciendo que
seamos lo que somos. En nuestro caso, personas; en otros casos, los distintos
animales y los distintos vegetales. Así que me parece impresentable que alguien
diga “no me tomo los medicamentos porque son pura química”. Eso sólo demuestra
ignorancia del tema, porque nosotros somos química y todo lo que ingerimos también
es química. Aunque sean productos naturales. Ya sean los alimentos, ecológicos
o no, las plantas medicinales, las sustancias tóxicas y, por supuesto, los
medicamentos, todo está compuesto por sustancias químicas.
Las reacciones químicas
de nuestro organismo son de muy diverso tipo, pero las más frecuentes son las
reacciones de oxidación.
Estas reacciones, aunque
son imprescindibles para la vida,
también pueden ser perjudiciales porque a lo largo de su producción pueden
aparecer sustancias nocivas como los radicales
libres. Pero;
¿Qué son los radicales
libres?
Un radical libre es una sustancia química que se
forma como consecuencia de diversas reacciones de nuestro organismo; sobre todo
como consecuencia de las reacciones de oxidación. Son elementos que tienen una
gran facilidad para reaccionar con otros produciendo reacciones en cadena que lesionan
a las células.
Los procesos normales
del organismo producen radicales libres (la asimilación de los alimentos, la
respiración, el ejercicio, etc.). El cuerpo está preparado para frenar el
exceso de estos radicales, pero hay situaciones en las que aumentan su
producción como por ejemplo: ciertas enfermedades, la contaminación ambiental, un
estilo de vida inadecuado (fumar, consumir alcohol de forma excesiva, consumir
otras drogas, dieta rica en grasas) o el envejecimiento.
El exceso de radicales se
combate con otras sustancias químicas llamadas antioxidantes. Nuestro organismo
posee distintos sistemas de sustancias antioxidantes, como la vitamina C, vitamina
A y vitamina E. Para el mejor rendimiento de nuestro cuerpo es necesario
mantener unos niveles adecuados de sustancias antioxidantes ya que cuando estos
niveles bajan pueden aparecer daños o incluso la muerte de diversas células.
La formación de estos radicales
parece estar asociado a la aparición de diversas enfermedades, especialmente accidentes vasculares cerebrales, ciertos
cánceres y enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson…). Es por esto
que en los últimos años la farmacología está estudiando intensamente el uso de
antioxidantes para el tratamiento de las enfermedades citadas.
Cómo consecuencia de lo
anteriormente expuesto, son muchos los productos dietéticos conteniendo sustancias
antioxidantes que han aparecido en el mercado. Nos prometen retrasar el
envejecimiento, mejorar el rendimiento psíquico y físico o evitar la aparición
de enfermedades como el cáncer y el infarto de miocardio. Sin embargo, actualmente
no se sabe con exactitud si el consumo de antioxidantes en suplementos
dietéticos ejerce algún efecto beneficioso sobre nuestro organismo. Aunque
algunos estudios han sugerido que los suplementos antioxidantes tienen
beneficios para la salud, otros ensayos clínicos no descubrieron ninguna
ventaja en su consumo y si que nos advierten de que consumirlos en exceso puede
llegar a ser dañino.
Y, llegados a este punto
quiero hacer una cita. Un científico del siglo XVI llamado Paracelso dijo: Todo es veneno, nada hay sin veneno. Sólo la dosis hace el
veneno”.
Eso sigue hoy igual de
vigente que en los años 1500. Cualquier cosa, incluidos los alimentos y las
plantas medicinales, a dosis superiores a las adecuadas, se convierten en
venenos. Lo que sucede es que hay cosas menos venenosas que otras: es mucho más
fácil envenenarse con un medicamento tranquilizante que con valeriana. Pero si
subimos lo suficiente la dosis de esta última puede crearnos problemas.
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