Antes de entrar a hablar
del tema aclaremos dos términos que son muy importantes.
Macronutrientes: Alimentos indispensables que nos aportan la mayor parte de
la energía que necesitamos. Son las proteínas, los azúcares y las grasas.
Micronutrientes: Son sustancias indispensables para el buen funcionamiento
de nuestro organismo pero que necesitamos a muy pequeñas dosis.
Se llaman alimentos funcionales a aquellos que,
según dicen, además de sus funciones nutritivas también mejoran la salud y disminuyen
el riesgo de aparición de enfermedades. Reciben este nombre porque “mejoran”
diversas funciones orgánicas.
Casi todos ellos son alimentos de diseño ya que se
obtienen añadiendo a los alimentos naturales sustancias que debemos consumir y
que están presentes en las cantidades adecuadas en cualquier dieta variada (minerales,
vitaminas, ácidos grasos, fibra alimenticia, antioxidantes, etc.). Es decir,
son alimentos en los que se han aumentado por distintos procedimientos, la
cantidad de algunos de los nutrientes que ya poseen, o bien, se les ha añadido
otros que no tienen. Este tipo de
alimentos llamados fortificados, están
rodeados de una gran publicidad y su consumo se ha disparado a partir de
finales del siglo XX. A su cobijo han emergido un buen número de industrias
alimentarias que proponen su uso porque, según dicen, mejoran las funciones
gastrointestinales y añaden sustancias antioxidantes, entre otras razones.
Los alimentos
funcionales o nutracéuticos nos dan una cantidad diaria de las sustancias con
las que están enriquecidos que es
superior a la recomendada en circunstancias normales.
Me gustaría aclarar que
sólo en determinadas ocasiones, nuestro organismo necesita el aporte especial de macro o micronutrientes; por ej. cuando
existen problemas digestivos que impiden la absorción apropiada de los alimentos,
cuando la dieta es pobre e inadecuada, en el embarazo dónde están aumentadas
las necesidades de hierro y vitaminas…
La mayoría de los alimentos
enriquecidos no han demostrado tener una acción significativa sobre ninguna enfermedad.
Mención aparte merecen los
alimentos a los que se le han añadido ciertas sustancias llamadas fitoesteroles
o fitoestanoles. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), reconoce la utilidad de estos alimentos para
disminuir la cantidad de colesterol en sangre. Los más conocidos son el Danacol
y el Benecol. Estos alimentos (que a mi juicio son muy caros), deben consumirse
siguiendo las dosis que indica la empresa que los comercializa porque un exceso
de los mismos acarrean problemas de salud.
El yodo es un
micronutirente que debe ser adicionado a la sal en muchos países, especialmente
aquellos que no tienen costa. Pero son añadidos muchos otros como vitaminas y
calcio, entre otros.
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