Es más conocido como un condimento para las comidas que por sus utilidades medicinales.
A lo largo de los años, distintas culturas, sobre todo asiáticas lo han usado como una medicina para la prevención de muchas enfermedades. Actualmente se usan los ajos y preparados a base de los mismos.
Según diversos estudios, posiblemente su uso sea eficaz para prevenir o tratar:
- El aumento de colesterol en la sangre.
- La presión arterial alta
- El “endurecimiento de las arterias”(arterioesclerosis) que lleva a graves problemas cardiacos y de circulación. Sin embargo, son necesarios más estudios que aclaren definitivamente su utilidad, así como, su forma de uso y su dosis.
Hay que tener en cuenta que no se puede abandonar el tratamiento médico para consumir ajo, ni tomar ajo junto con los medicamentos para estas enfermedades. Si se quiere consumir como medicamento es necesario consultar con el médico.
El ajo parece que mejora la diabetes, pero los estudios existentes no aseguran su efecto positivo en esta enfermedad.
El ajo parece que mejora las defensas y por eso se utiliza para combatir el resfriado, aunque no hay ningún estudio concluyente sobre este efecto. Sin embargo, no puede usarse en personas cuyas defensas ya estén aumentadas y que tengan o puedan tener enfermedades como el lupus.
La lista de usos del ajo es muy grande, pero no existen evidencias de su utilidad en ninguno de esos usos: agrandamiento de la próstata, osteoartritis, rinitis alérgica, fiebre, dolor de cabeza, gota, reumatismo, bronquitis…
No se puede usar en casos de hemorragiade cualquier causa, incluyendo la que aparece con la menstruación.
No debe tomarse crudo cuando existan problemas gástricos porque irrita la mucosa del estómago y puede aparecer dolor gástrico, náuseas y vómitos.
No aplicar sobre pieles delicadas ni en persona con historial de alergias. Puede producir irritación de la piel.
No se debe usar cómo medicamento en embarazo o lactancia. No usar en niños.
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