miércoles, 16 de octubre de 2013

LAS OTRAS MEDICINAS ( I )


Existen diversas formas de llamar a las medicinas no científicas. Yo sé, que si esto lo lee alguna persona que trabaje usando una de estas otras medicinas, me tomará por su enemiga al atribuir lo de “científica” sólo a la medicina establecida, convencional, occidental o alopática, es decir, la que utiliza fármacos, métodos de diagnóstico muy complicados, cirugía, medicina física a través de profesionales cualificados, etc. Sin embargo, tengo que decir que esta medicina es la única que se basa en estudios realizados en personas, y la única cuya actuación está basada en los resultados encontrados en dichos estudios: ESTUDIOS REALIZADOS EN HUMANOS QUE CONOCEN QUE SE VAN A PRESTAR A DICHO ESTUDIO, LOS RIESGOS QUE ESTO CONLLEVA Y QUE TIENEN QUE DAR SU CONSETIMIENTO POR ESCRITO PARA PARTICIPAR EN EL MISMO.

Lo que digo en el párrafo anterior no quiere decir que el resto de las medicinas no sirvan para nada. Si yo pensara así no me habría interesado nunca por las plantas medicinales. Y, desde luego, no estaría escribiendo aquí lo que sé sobre ellas.

Estamos en un momento en que, a todo lo que parezca que tiene que ver con recobrar la salud y el bienestar, se le apoda terapéutico o terapia.

Cuando yo estudiaba medicina, hace ya muchos años, allá a principios de los años 70, se definía la Terapéutica Farmacológica cómo el arte de prescribir. Ya entonces la definición estaba anticuada; no digamos hoy, después de 40 años. Actualmente, y desde hace muchos años atrás, la terapéutica no es un arte; es una ciencia compleja, con muchas ramas, que el médico debe dominar lo mejor posible, apoyándose no sólo en su memoria sino también en medios escritos o en webs especializadas que lo mantienen al día sobre nuevos descubrimientos, ya sean buenos (un nuevo fármaco) ya sean malos (aparición de algún efecto indeseable grave).  

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