Actualmente, los investigadores
médicos están de acuerdo en que no puede decirse que un tratamiento
realmente está probado como efectivo a menos que haya sido examinado en
estudios doble ciego realizados sobre una muestra de población suficientemente
grande y diseñado adecuadamente. El cumplimiento de estas dos premisas
(participación de un número elevado de personas y diseño correcto de la
investigación), es lo que hace que un estudio sea válido, creíble y tomado en
cuenta por la Sanidad de cualquier país para dar el visto bueno para que, lo
que se ha investigado, sea incorporado a la terapéutica. Si las personas que se
encuentran en el grupo de tratamiento real mejoran más que los del grupo
placebo, existen muchas posibilidades de que el tratamiento que se está
estudiando realmente funciona.
Por supuesto, el estudio se tiene que llevar a cabo en personas. Nunca se aprobará el uso de
ninguna terapia que no haya sido probada en humanos. Los resultados que se
obtienen en animales sólo son meramente orientativos y, por desgracia, en la
mayoría de las ocasiones no son iguales a los que se obtienen en humanos.
¿Por qué subrayo lo de
investigadores médicos?
Porque la valoración de los resultados debe ser realizada por
profesionales que puedan interpretarlos adecuadamente y, porque si los
resultados no son positivos y aparecen efectos indeseables, estos deben ser
detectados, diagnosticados y tratados con la máxima seguridad para el paciente.
Eso sólo lo pueden garantizar los médicos y, en ciertos tipos de estudios, los
odontólogos.
La mayoría de los estudios que citan los fitoterapeutas para
apoyar la eficacia del uso de una determinada planta medicinal no tienen ningún
valor. Porque están mal realizados o porque no están hechos en humanos. Repito
que NINGÚN ESTUDIO DEMUESTRA LA EFICACIA DE UN TRATAMIENTO SI NO ESTÁ REALIZADO
EN HUMANOS, SIGUIENDO LAS NORMAS QUE
ASEGURAN LA AUTENTICIDAD DE LOS RESULTADOS.
Sin embargo, no es fácil llevar a cabo un correcto estudio
doble ciego controlado por placebo. Si los participantes pueden distinguir entre
sí están recibiendo el tratamiento real o un placebo, se presenta un problema que invalida los resultados que se
obtienen. Porque, en este caso, el estudio ya no es ciego, premisa fundamental
para la fiabilidad del trabajo porque evita que factores personales tanto de
los participantes cómo de los investigadores incidan sobre los resultados,
invalidándolos.
Este tipo de estudio clínico no suele realizarse con plantas
medicinales por diversas razones. Por ejemplo, el olor y sabor de una preparación
líquida de hierbas es especial. Es difícil crear una sustancia que huela y sepa
igual para que el participante en el estudio no sepa si está tomando la planta
o el placebo.
Cómo he comentado anteriormente, la predisposición del investigador
y un mal diseño del estudio invalidan los resultados de muchos estudios
llevados a cabo por profesionales de la medicina herbal (fitoterapeutas).
Después de leer lo que estoy escribiendo, cualquier persona
puede pensar que las plantas medicinales y su uso terapéutico son cosas que no
apruebo. Nada más lejos de la realidad. Las plantas medicinales me parecen una
herramienta útil para el tratamiento de enfermedades de carácter leve, y a
veces moderado, cuando el paciente tiene en cuenta que si la enfermedad no
desaparece en 7-15 días, es necesario consultar al médico.
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